Estoy seguro que a muchos les ha pasado. Cuando la gente te pone ‘esa cara’, o tienen ‘esa mirada’, o algunos te lo dicen en la cara: “todo está en tu cabeza”.
Es increíble nuestra tendencia en querer dar una respuesta o explicación de todo, aún de aquello que desconocemos. No nos gusta reconocer ni aceptar que no sabemos o entendemos algo, o simplemente que a veces no existe respuesta.
Recuerdo que estando en escuela secundaria solíamos decir “si no lo sabes, invéntalo”. Es lamentable que sin percatarnos vivimos con ese modo de pensar.
Aunque la medicina moderna es ya muy avanzada en nuestra época, todavía hay mucho por descubrir del funcionamiento de nuestros cuerpos y existen muchas enfermedades desconocidas. Decir (o pensar) que “todo está en la cabeza” cuando no se encuentra explicación (o no se ha ahondado en la búsqueda) es una respuesta simplista al problema, y una forma de zafarnos de la situación.
No estoy negando que existan personas hipocondriacas ni tampoco que existen las enfermedades sicosomáticas. Solo que muchas veces ni siquiera intentamos entender estas dos condiciones antes de salir con la respuesta “todo está en tu cabeza”. En lugar de aceptar que no hay respuesta, preferimos acusar a la persona enferma. Ya es suficiente el sufrimiento de la persona enferma (porque sufre la enfermedad y también la falta de respuesta) como para que le agreguemos más dolor con respuestas livianas y superficiales.
Hay veces que vemos más compasión en cómo tratamos a animales enfermos o abandonados que la compasión que le damos a personas crónicamente enfermas que no desean otra cosa que estar bien y sentirse mejor.
Para los que están pasando por esto, les sugiero que primero traten de informarse y entender lo que es la hipocondría y las enfermedades sicosomáticas. Esto es para asegurarnos que no sea nuestro caso. Si tienen a alguien a su lado para que te apoye en esto, mejor, pero a veces se está solo.
Y siempre continuar en la búsqueda de una respuesta. Me parece importante recordar que no todos los médicos son buenos médicos y el primer diagnóstico no siempre es el mejor diagnóstico. Hay que insistir en la búsqueda, pero cuidar el corazón para no caer en el error de ser necio y no querer aceptar nuestra verdadera condición. No vaya ser que hemos encontrado la respuesta y no la queremos aceptar.